á n i m a
«la imagen arquetípica de lo eterno femenino en el inconsciente de un hombre, que forma un vínculo entre la consciencia del yo y el inconsciente colectivo, abriendo potencialmente una vía hacia el sí-mismo». Carl Gustav Jung
El ánima es complejo e imagen arquetípica de lo femenino en la psique masculina. Es el factor inconsciente que impulsa un mecanismo de proyección. Para Carl Jung, el ánima es el arquetipo de la vida misma. Es la imagen a priori de la madre,la hija,la diosa celestial y la diosa infernal. Cada madre y cada amada esta obligada a convertirse en portadora y encarnación de esta imagen omnipresente y eterna que corresponde a la realidad mas profunda de un hombre. A el le pertenece esta peligrosa imagen de mujer; ella es la muy necesaria compensación por los riesgos, esfuerzos, sacrificios que terminan en desilusión; ella es el consuelo de todas las amarguras de la vida. Y, al mismo tiempo, es la gran ilusionista, la seductora, que lo arroja a la vida con su maya – y no solo a los aspectos razonables y útiles de la vida, sino a sus terribles paradojas y ambivalencias donde el bien y el mal, el éxito y la ruina, la esperanza y la desesperación, se contrapesan entre si. Ya que ella constituye su mayor peligro, ella exige lo mejor del hombre, y si el lo posee, ella lo recibirá.
Esto no significa que sea fiel aún externamente, sino mas bien a la imago interiorizada que depositará en cada mujer que pueda, por algún motivo hacerse sentir como " soporte de proyección".
El ánima no es el alma en el sentido dogmático, no un anima rationalis, que es un concepto filosófico, sino un arquetipo natural que resume satisfactoriamente todas las afirmaciones del inconsciente, de la mente primitiva, de la historia del lenguaje y la religión... Es siempre el elemento a priori en los estados de ánimo, reacciones, impulsos y en cualquier otra cosa espontánea de la vida psíquica [de un hombre]".
El ánima se personifica en los sueños a través de imágenes de mujeres que van desde seductoras hasta guías espirituales. Se asocia con el principio de eros, de modo que el desarrollo del ánima de un hombre se refleja en cómo se relaciona con las mujeres. Dentro de la propia psique, el anima funciona como su alma, influyendo en sus ideas, actitudes y emociones.
Jung distinguió cuatro etapas evolutivas de esa imagen interior. Las llamó Eva, Helena, María y Sofía. Se trata de las imágenes principales del anima.
Eva es la mujer biológica. Cuando ésta aparece como anima de un hombre, hace referencia a sexo biológico, atracción física, maternidad, la típica imagen de una mujer atractiva. El hombre hace una identificación de la mujer con la madre, representándola como "lo que hay que fecundar"; la Tierra.
Helena está en una etapa superior. Representa la hetaria de los griegos o la geisha: una mujer culta con la cual se puede tener no sólo una aventura sexual sino que además se puede hablar con ella de poesía y filosofía. Se trata de una compañera espiritual –sin excluir el sexo romántico-. Alcanza un nivel estético y romántico, en el cual se dispone de algunos valores individuales.
María es una figura como la que presenta el cristianismo. La Virgen, forma suprema de espiritualidad, pero unilateralmente demasiado elevada. Le falta el lado oscuro, el lado terrenal y más sombrío. Le falta el lado biológico y pasional. Ella aparece ya demasiado sublime. Es la madre -como Eva- pero en un nivel espiritual.
Sofía es ya la sabiduría de Dios que ha bajado a la humanidad. Es la espiritualidad menos virtuosa y más carnal, más humana. La sabiduría que está cerca de la vida. Esta ánima está presente en el hombre que sabe amar a las mujeres y sabe relacionarse con ellas. Es la espiritualización de Helena y representa lo eterno-femenino.
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