LOS SUEÑOS
Carl G. Jung
Jung concede una importancia fundamental a la interpretación de los sueños, como especie de mitología camuflada en el hombre. Los sueños representan para Jung un lenguaje lleno de mensajes coherentes y lleno de posibilidades creativas, y más aún cuando están libres de las leyes causales y del tiempo. Hay que decir que fue a partir de los propios sueños y visiones de Jung como llegó a la concepción del inconsciente colectivo. El había tratado vanamente de interpretar sus sueños en términos freudianos.
En los sueños encuentran los psicólogos jungianos no solo la actividad de los complejos específicos del inconsciente personal, sino también una función prospectiva de anticipación de posibles vías creativas de solución a los problemas. Esto es así porque en ellos se representan los símbolos derivados de los arquetipos como problemas a los que se enfrentaron muchas generaciones anteriores de hombre y mujeres en la historia de la humanidad. Por lo tanto la función de los sueños es presentar de manera inconsciente tanto los problemas como las posibles soluciones a los que se enfrenta el sujeto.
En los sueños, como en la actividad artística, operan en su formación una serie de mecanismos inconscientes comunes (Rubino, 1995). Por una parte está la "condensación" donde se fusionan varias realidades formando un conjunto de significado. Otro mecanismo es el "desplazamiento" donde núcleos de imágenes primarias y mas importantes quedan relegadas por elementos secundarios que reciben la atención en lugar de los primeros, en forma de expresiones disfrazadas. Gracias a estos disfraces pueden hacerse conscientes elementos de la libido que de otra manera serian reprimidos o rechazados por la conciencia. La "Sombra" es la parte de la pulsión libidinal que no es asumida vivencialmente por la conciencia, por entrar en contraste y no armonía con la dirección consciente elegida en la vida, con los intereses conscientes. El "alter ego", el otro yo o la personalidad oculta está en la sombra. La sombra aparece en el contenido latente (expresión de Freud) del sueño, en su parte ocultada y también en las obras de arte (p.e Fausto de Goethe, El retrato de Dorian Gray de Óscar Wilde, El misterioso caso del Dr. Jekill y Mr. Hyde de Stevenson). Gracias al desplazamiento la vivencia de la sombra puede ser proyectada en el sueño y la obra de arte.
Los sueños pueden interpretarse en función de los mecanismos que lo conforman (especialmente la condensación y el desplazamiento), e identificando los complejos y arquetipos que conllevan.
El método jungiano de interpretación de los sueños se basa en tres estrategias técnicas: la amplificación, la síntesis y la imaginación activa.
Una de las metas del análisis onírico era la de comprender la manera en que el yo, centro del consciente, está ligado a los contenidos del inconsciente, Jung no siempre ha explicado claramente lo que él entendía por «fantasía» y por imaginación.
La imaginación es el proceso mental que crea una imagen sin un punto de partida sensorial. Es un fenómeno que todo el mundo conoce. Jung utiliza a veces la palabra «fantasía» en ese sentido. El distingue, sin embargo, con cuidado entre fantasía e «imaginación activa».
«Una fantasía es más o menos una creación personal; ella permanece normalmente al margen de las preocupaciones y de las expectativas conscientes. Al contrario, en la imaginación activa las imágenes tienen vida propia y los eventos simbólicos presentan un desarrollo lógico autónomo, en la medida - entendamos bien – que el consciente no se mezcle en ello».
Pero el pensamiento consciente viene a menudo a entorpecer el curso de la imaginación creativa, como lo testimonia amargamente Coleridge, que fue interrumpido mientras transcribía febrilmente un sueño apasionante. No resta, por desgracia, más que un fragmento: Kubla Khan . Todos nosotros hemos estado «en la luna» cuando nos dejamos ir al vaivén de nuestros pensamientos, venidos no se sabe de dónde, y descartados como absurdos cuando retomamos «nuestra consciencia». Algo está actuando en nosotros en esos momentos y bien puede ser el inconsciente, pues esto no se parece en nada al pensamiento consciente, como cada uno lo sabe bien. Jung pensaba que si pudiéramos entrenarnos en recrear este estado de ánimo, debería ser posible entrar en contacto con el inconsciente mientras nos mantenemos conscientes. Con entrenamiento se puede, en efecto, concentrar la atención sobre una imagen mental que bien pronto se modifica, se mueve, es sustituida., aun al flujo del consciente. Que quede claro que esas son ilusiones, invención pura, no es en verdad el inconsciente. Pero la semejanza es grande entre este fenómeno imaginario y el sueño, que no es nuestra invención. Nosotros no nos damos cuenta hasta qué punto dependemos del inconsciente en nuestra vida consciente, aunque no sea más que para hilvanar una conversación trivial. A menudo nos sorprendemos de nuestras propias palabras o de las ideas admirables (o reprochables) que nos cruzan la mente «a partir de nada» (es la manera que tenemos para describir el inconsciente).
Las ensoñaciones parecen un tema bastante débil para investigaciones serias. Pero no debemos olvidar que las idea que nos «pasan por la cabeza» nos ayudan muy a menudo a resolver problemas en nuestra vida cotidiana . No podemos contar con su aparición: ellas son imprevisibles. Pero cuando aparecen, estamos en contacto con nuestro inconsciente aunque no sea más que por un instante. «¿Por qué - se pregunta Jung - este contacto tiene que ser tan fugitivo? ¿Se prolongaría tal vez un tiempo más largo si fuéramos receptivos, relajados, en lugar de críticos o curiosos?». El tenía razón. Así nació la técnica de la imaginación activa. Ella no reemplaza el método de amplificación de los sueños, ella lo complementa.
He aquí lo que Jung dijo de la imaginación activa: «Es verdad que hay fantasías inútiles, fútiles, mórbidas y poco satisfactorias, cuya esterilidad aparece de inmediato para cualquiera que tenga un poco de sentido común; pero una mala representación no quiere decir que no las haya buenas. Todas las obras humanas han salido de la imaginación creadora... Pero volviendo a mi técnica, me cuestiono respecto en qué medida se la debo a Freud. Es cierto que la he adquirido gracias al método de las asociaciones libres de Freud, y considero que se origina directamente de ellas».
Jung no pensaba que esta técnica pudiera ser utilizable por todos. No se servía de ella más que en un estado avanzado del análisis y únicamente con sujetos equilibrados. La técnica tenía la ventaja suplementaria de poder ser utilizada por el sujeto solo, ya sea que se dispusiera a meditar sobre un sueño o a pensar en cualquier otro tema.
Cuando tenemos éxito en fijar nuestra atención sobre el curso de nuestros pensamientos , nuestro inconsciente puede generar sorprendentes imágenes e ideas notables. A veces las imágenes que emergen durante la imaginación activa reemplazan los sueños, pero esto no es frecuente. La imaginación activa puede prestar servicios al análisis onírico, sobre todo cuando aparece un nuevo tema cuya elucidación exige un acrecentado esfuerzo. No existen reglas prescritas para la utilización de la imaginación activa en tales o cuales casos; el analista se dejará guiar por el equilibrio del paciente, la intensidad de su participación y su buen sentido. Sin embargo, las imágenes son a veces tan fugaces que puede resultar útil dar a la imaginación activa la posibilidad de expresarse por intermedio del dibujo, de la pintura espontánea o del modelaje . Estos instrumentos para captar el inconsciente no son apreciados en su justo valor. Sin un objetivo preciso, la imaginación conduce el juego y guía la mano, sin ninguna intervención de la intención consciente.
Sólo los no iniciados quieren comprender el significado de estas imágenes. Ellos parecen creerlas desprovistas de valor si el intelecto no puede comprenderlas. Por el contrario, aquel que se dispone a esta actividad de imaginación creativa artística no tiene necesidad de creer en su pintura; no se le ocurrirá pensar en los temas que ella pueda representar. El se apoya sobre el sentimiento. Para él, no tiene importancia que su pintura tenga un sentido, una finalidad precisa; él siente placer al pintarla, no por su valor artístico sino por el sentimiento de liberación y de plenitud que le procura su creación. Pintar un cuadro, modelar la arcilla, es hacer un viaje, es descubrir el universo profundo de la psiquis. Durante el trayecto, los estados de ánimo anteriormente perturbadores son captados, su significado es vivenciado, percibido en la duración de un relámpago de comprensión intuitiva. Las consecuencias de esta actividad creadora no son disminuidas por el hecho que el artista no sepa lo que su cuadro, su escultura, quieren decir en términos intelectuales; él no piensa lógicamente. El significado es del dominio de la ciencia; pero la vida no siempre está bajo la férula de la razón pura.
El arte espontáneo:
La pintura y el modelado son auxiliares preciosos en psicoterapia. Pintar, viendo a una imagen tomar forma, constituye una actividad creadora que conduce al artista de descubrimiento en descubrimiento. Aquellos que jamás han hecho pintura espontánea no pueden comprenderlo. La idea no es nueva. Este método fue largamente empleado antes de Jung. Es suficiente saber cómo mezclar los colores. Las aptitudes naturales toman pronto la directiva. Ninguna regla, ningún aprendizaje es necesario. El esfuerzo de concentración que exige libera una energía que parece movida por el inconsciente. La intención consciente no juega más que un papel secundario. Jung constataba que el arte espontáneo ayudaba realmente a sus pacientes a expresar la atmósfera de un sueño o de una sesión de imaginación activa. A través de la pintura - o del modelado - la impresión que se tiene del inconsciente pasa a ser una realidad. Esta experiencia sorprendente impacta a aquellos para los cuales el inconsciente no era sino una palabra abstracta del vocabulario psicológico. Este resultado da al arte espontáneo su valor práctico. No podemos aprehender al inconsciente como si fuera un objeto. Pero podemos experimentarlo por intermedio de la imaginación activa en la pintura, el modelado, el dibujo, el tallado en madera. Todos estos medios pueden ser utilizados para este fin.
Jung mismo ha recurrido a la pintura para comprender sus sueños. «Es suficiente – dice - contemplar los dibujos y las pinturas de los pacientes que practican la imaginación activa en el curso de su análisis, para darse cuenta que los colores son valores afectivos. En general, para comenzar se sirven de un lápiz o de una pluma para hacer un esbozo del sueño, de la idea o de la fantasía. Pero, a partir de un cierto momento, los pacientes empiezan a utilizar el color. El interés puramente intelectual cede paso a la participación afectiva. Se observa a veces este mismo fenómeno en los sueños, que son entonces en colores, o bien en aquellos en que el acento es colocado sobre un color particularmente vivo». Basta un poco de entrenamiento para dejar que la imagen se desarrolle «por sí misma». Los niños tienen éxito desde el principio en pintar en forma imaginativa sin que se les ayude; los adultos son más sofisticados y, al comienzo, les cuesta ser naturales.
Jung dice todavía: «Dar una forma a lo que es informe es eficaz sobre todo cuando la actitud consciente no ofrece ningún medio de expresión a un inconsciente que se desborda».
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