OLOKUM
Olokún es la divinidad de las aguas saladas del océano. En algunas poblaciones yoruba aparece como una divinidad masculina, en otros lugares es una diosa creadora.
Olukún representa el agua pues sus hijas Olosa y Olona representan los manantiales, charcos, lagunas, riachuelos y extensiones marinas etc., es el esposo de Oduduwa, con quien forma gran pareja creadora.
En el pasado fue unos de los dioses más importantes en ilé Ifé, la ciudad sagrada de los yoruba, y en Benín todavía se conservan reliquias arqueológicas y literarias que dan fe de la tremenda importancia que en otros tiempos tuvo esta divinidad. A tres kilómetros de ilé Ifé en un lugar llamado la Arboleda de Eko-Olokún, hubo un centro religioso dedicado a este dios. Durante numerosas excavaciones allí se descubrieron reliquias históricas de gran valor artístico entre ellas figura un busto de bronce del propio Olokún que es una de las mejores obras de orfebrería yoruba.
El análisis etimológico de la palabra Olokún revela que la partícula Ol es una abreviatura de la palabra Oní (dueño de) Okún (mar). Olokún pues es el dueño de mar, también podíamos decir que la palabra Olo (extensión) Okún (mar) Olo Okún la extensión del mar dueño de las criaturas que lo habitan, esta divinidad poderosa viste de negro o azul oscuro y reside en un inmenso palacio en el fondo del océano. Esta divinidad es muy popular entre las personas que viven cerca del mar, sobre todo es muy reverenciado por los pescadores.
Lo sorprendente es que su culto sea conocido en lugares lejos de las costas, como por ejemplo, en Ilé Ifé, donde según los mitos es el creador del mundo y de los Orishás principales. Los Ilesha que también viven tierra adentro, le rinden culto a Olokún ya que ellos consideran que habita en una montaña sagrada. Todo esto hace suponer que Olokún es una divinidad muy antigua, que en un principio tuvo mucho que ver en la obra creadora. Esta deidad es uno de los pocos dioses al que se solía ofrecer sacrificios humanos. Los pescadores y personas del mar, temerosas de la horrible ira que desencadenaban tempestades terribles, motivó a que se le ofrendara con frecuencias.
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